Leo de manera obsesiva. Leo siempre que puedo. Leo con lápiz en mano, con resaltador y con papelitos de colores. Marco los libros, les dejo una nota sobre cuándo los compro, en qué mes y año empiezo a leerlos y cuándo los termino. Le anoto qué significa cada color. Les dejo alguna seña que me recuerde por qué lo terminé. No siempre los termino. También anoto si fue una segunda lectura completa o parcial. Y a veces imagino que, cada que vuelvo a ellos, les dejo una nota de por qué volví a abrirlos.
En este último mes inicié varios libros. La otra Julia de Mayra Santos-Febres me eligió en una librería en Cartagena, me interesó que fuera una escritora puertorriqueña que no conocía. Leí la mitad del libro de una sentada y no supe si seguía ahí porque me interesaba la historia o la manera como estaba contada. O las conexiones imaginarias que yo estaba haciendo al leer. En este libro, una escritora afrocaribeña escribe sobre otra escritora ‐Julia de Burgos- haciendo paralelos entre sus vidas. Me interesaron las preguntas sobre lo doméstico, la pobreza, lo político, lo afro, la maternidad, el activismo. Pero me quedé ahí, a mitad de camino -por ahora-.
Pensé en la escritora escribiendo de la otra escritora como una lectora leyendo otras lectoras. Pensé en qué me pasa al leer mujeres y en la constelación de autoras que he ido construyendo con los años, pensé también en los paralelos, entre ellas y yo, o entre ellas con ellas.
El corazón del daño de María Negroni me eligió en la apertura de una casa de librerías en Medellín: Casa Libre. Estaba escuchando poesía y a una cantautora cantar y me senté muy cerca de la estantería donde estaba el libro. Un amigo me había hablado hasta el cansancio de Negroni y yo seguía sin leerla.
El epígrafe del libro es: “Voy a crear lo que me sucedió”. Clarice Lispector.
Negroni leyendo a Lispector.
En la contraportada se puede leer: “Ha dicho María Negroni, alguna vez, que las islas son lugares tristes, pero felices, como toda infancia recuperada”.
Yo leyendo a Negroni.
Naranja – reflexiones sobre la escritura.
Amarillo – imagenes biográficas como ficción o no, infancia, vida.
A la mitad del libro paré a respirar. Y fui a buscar los libros que dentro de mí estaban hablando con este libro:
Una ballena es un país, Isabel Zapata
Bluets, Maggie Nelson
Principia, Elisa Díaz Castelo
Tuve que releer fragmentos como si saltara de un dolor a otro. El corazón del daño se sintió desde la primera línea así, como un dolor punzante y sostenido.
Este libro es una suerte de autobiografía fragmentaria o una novela con ficción y sin ella, donde María Negroni explora la figura de la madre como sombra y herida, como espejo. Hay un viaje a la infancia que da luces sobre su formación como lectora y escritora, hay una dolorosa meditación sobre la memoria, sobre los rasgos de una herencia emocional que la atraviesan y cómo va apareciendo la escritura como forma de supervivencia.
“Empiezo a reunir cosas, o bien sombras verbales de cosas, para enterrarlas más tarde en algún libro que tendrá, como todos los libros, la forma de una caja” #naranja
“Será coqueta hasta el final. Nunca le faltará el rouge en los labios, ni siquiera cuando su historia clínica compute veintitrés fracturas, cuando depure su estética de la enfermedad” #amarillo
“Un libro es, al principio, algo redondo.
Después se ajusta.” #naranja
“La muñeca no presta atención, ocupada como está en dibujar los secretos de la clase muerta” #amarillo
Podrían ser aforismos. Son poesía o prosa poética. Son fragmentos. Aunque no me importa realmente qué son estas líneas, qué es este libro. Me importa lo que me pasa. Las ganas de llorar y la sensación de estar sin aire. “Se escribe, dicen, con una mano arrancada a la infancia. // Esa mano ama la repetición”.
Este libro es repetición, reverberación, reiteración.
* * *
¿Cuál es la conversación entre estos libros?
Una ballena es un país, Isabel Zapata
Bluets, Maggie Nelson
Principia, Elisa Díaz Castelo
La fragmentación como poética
Estos textos trabajan con formas no tradicionales: fragmentos, ensayos híbridos, poesía que coquetea con la narrativa o la filosofía. No siguen una estructura clásica, proponen una experiencia de lectura intuitiva o una experiencia de adivinación entre las imágenes, las historias y los conceptos que proponen, también entre las autoras que hablan de otras autoras.
“2. La serpiente no cambia de piel, la piel la deja.”
“7. Las semillas se plantan en luna llena para que el hilo invisible de la luna levante el brote”
[Teoría del caos contiene 20 postulados que son poesía. Una ballena es un país, Isabel Zapata]
El cruce entre lo íntimo y lo intelectual
Cada texto, desde su singularidad, plantea una tensión entre lo emocional (la pérdida, el deseo, la memoria, los animales, la infancia) y lo conceptual (la ciencia, la filosofía, el lenguaje, la traducción). No temen a la erudición, pero tampoco se alejan del cuerpo ni del temblor humano.
Por supuesto, era la sangre, atravesada
por la luz, me lo dijo mi padre, y aparte
se me transparentaba la piel y me dio pena
no haber sabido antes que cargamos
cinco litros de sangre y tantos huesos y más dientes
de los que caben en la boca.
[Radiografías. Principia, Elisa Díaz Castelo]
La palabra como indagación
En estos libros, escribir no es concluir, sino tantear, buscar, respirar hondo en lo que no se puede decir del todo. El lenguaje es herramienta y también límite, y cada autora se posiciona frente a ese abismo con una voz propia.
“32. Cuando digo «esperanza» no me refiero a la esperanza por algo en particular. Supongo que me refiero a pensar que vale la pena mantener los ojos abiertos”. [Bluets, Maggie Nelson]
* * *
Me interesa pensar en el recorrido que hace un libro por mí, por una lectora. Me interesan las preguntas que aparecen, las conexiones, lo disímil. La construcción de esa constelación que, a ratos es temática, a ratos formal. Me interesa imaginar de qué hablarían estos libros si estuvieran sentados a la mesa: ¿cuál fue el proceso que los hizo hacerse caja? ¿cómo sus cajas se abren y se cierran y se contienen o se sacan? ¿por qué les siento juntos a estos cuatro libros y no a otros? ¿por qué las cuatro lecturas duelen?
* * *

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