Elsapomagacín

Respiración artificial de Ricardo Piglia

@nanoquendo

Si alguna vez me preguntan si leí este libro, voy a decir que sí. Pero la verdad es que llevo varios intentos de lectura y no he logrado pasar del capítulo uno. Como no lo leí (aunque mis amigos del Sapo Magacín creen que sí, y además ya les dije que me gustó mucho y que estoy de acuerdo con que es una de las novelas más originales de finales del siglo XX), voy a escribir sobre Respiración artificial.

¿Se puede escribir una reseña de una novela que no se leyó?, dijo. Claro que se puede. No es sino hacer lo que hacen los otros reseñistas: citar un par de autores que reseñaron antes la novela, repetir una anécdota que los haga parecer cercanos al autor (“una vez lo escuché decir en una charla…”), hacer una pregunta retórica al inicio, decir que el libro “dialoga con algo” y, por supuesto, tener una postura: decir que la novela en cuestión es buena y recomendable, que te hizo pensar sobre algún tema profundo como tu propia concepción de la literatura, o que es floja con frases de cajón, o que, en tiempos de inteligencia artificial, eso se hubiera podido escribir menos endeble.

Mejor dicho, como una reseña es por defecto una lectura de las infinitas posibilidades que permite un texto, inventar una reseña posible de una novela no leída no es diferente a reseñar una que sí. La única diferencia es que tú mismo no sabrás si tienes razón, me dijo Natalia que le había dicho Pipe.

Supongamos que los reseñistas anteriores sí leyeron esta novela y que la entendieron. ¿De qué dicen que trata Respiración artificial? Dicen que es una novela que explora múltiples registros, que es fragmentaria, experimental. Que eso, como podrá constatar cualquier lector que inicie su lectura, la hace un texto complejo, no por ello menos interesante y relevante.

¿Cuál es el tema de esta novela? ¿Tiene un tema? Es una novela, dicen los reseñistas, sobre cómo se construye la Historia: la historia oficial, y la otra historia, dicen.

Emilio Renzi publica una novela sobre una historia que le contaron en su familia, acerca de un tío estafador que se escapó al extranjero. Después de publicada, el tío le escribe, felicitándolo y diciéndole que leyó la novela, pero que no es así, que él le va a contar la “verdadera” historia. Ahí comienza, dicen los reseñistas, la novela: una novela como un policial, hecha de cartas, de textos de archivo, recortes de periódico, ensayos del autor-personaje, de anécdotas. De ahí su naturaleza fragmentaria, en donde es al lector al que le toca (¡como si fuera posible!) reconstruir, empezar a deducir cómo es que es la historia, o si acaso hay una historia, advierten los reseñistas.

Marcelo Maggi, que es el tío, el que escribe cartas, el que huyó, el que Emilio Renzi va a buscar en otro país en la segunda parte del libro, al que no encuentra nunca y que los lectores, que sí leyeron, esperan encontrar, es un desaparecido… con todo y lo que eso significa en un país como Argentina en el 80.[1]

Es (dicen los que leyeron) que Piglia carga la novela de referencias literarias (de Borges y Arlt, de Wittgenstein, de Joyce, de Kafka) que uno no sabe si son reales o inventadas por el autor. Unos personajes, dicen los reseñistas, que hablan de literatura, que saben mucho de literatura, y que dentro de la trama van uniendo cabos: crítica literaria dentro de una novela, una novela dentro de un texto de crítica literaria.

Es una novela, no nos digamos mentiras, que requiere de un lector muy avispao. Un lector que una los puntos, que sea cómplice. El lector es el detective en esta novela policiaca. Es, sobre todo, un lector al que le dan un montón de pistas sueltas, todas ¡tan bien escritas!, y que tiene que reconstruirlas. El mismo Piglia–Emilio Renzi–Narrador se pregunta al inicio que si hay una historia. Los lectores, desde la primera línea, ya saben —o, mejor dicho: el autor no les garantiza que haya una historia—. Es el lector el que sigue esperanzado por encontrar una.

Dejo aquí algunas frases que alguien más subrayó en el ejemplar del libro que yo tengo. Deben ser importantes, porque las resaltó:

Aunque los reseñistas saben que Kafka no se encontró nunca con Hitler, pero aun así Tardewski se lo cuenta a Renzi como quien le anuncia un descubrimiento. Porque no es suficiente el gesto de que se está leyendo; aquí en este libro lo importante es asociar. Leer es saltar de una fecha a un siglo. De una frase ambigua a la Historia. De un diario personal a una profecía política. Leer es ver en una dedicatoria el sentido del libro completo. En una cita al pie: la clave para entender el policial. Y eso, eso sí lo entiendo: así reseñamos todos.

Es una novela, dice Pipe que le dijo Natalia, con muchos detalles, tantos que la historia siempre parece estar en otra parte. Leámosla.

  • Donaire del Yerro, I. (2016). Respiración artificial de Ricardo Piglia: una reformulación de la novela de artista tras el fin de las utopías. Revista Chilena de Literatura, (92), 53–74.
  • Dorfman, A. (1994). Artificial Respiration by Ricardo Piglia [Review of the book Artificial Respiration, by R. Piglia]. The Nation.
  • Menton, S. (1993). Latin America’s new historical novel. University of Texas Press.
  • Stavans, I. (1994). Artificial Respiration [Review of the book Artificial Respiration, by R. Piglia]. The Nation.

[1] El tío nunca aparece. Pero lo que sí aparece, en la segunda parte, es la prueba de que toda lectura es una forma de espera. Los lectores nos quedamos esperando a que las cosas encajen en la novela.


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